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La Comunicación Científica como herramienta contra la desinformación

Fruto de un esfuerzo investigativo interdisciplinario nacional y regional, se concretó “La comunicación científica como herramienta contra la desinformación”, publicación inédita que se lanzará el 9 de marzo a las 11.30 horas en el auditorio JpostA de la Facultad de Comunicaciones y que presenta una cantidad de perspectivas no abordadas en su conjunto y desconocidas en diversos ámbitos académicos, políticos, sociales y en sectores vinculados con la industria mediática.


El libro, editado por las investigadoras María José Labrador y Claudia Reyes, y publicado por la UDD y RIL Editores, avanza de manera significativa y concreta, sobre el análisis de las denominadas “fake news”, gran desafío para el periodismo porque atentan contra la veracidad y en definitiva, contra la democracia.


María José apunta que esta publicación “se enmarca en el proyecto de investigación interdisciplinario e internacional ‘Garantías frente a la desinformación en procesos electorales. Cuestiones de ciberseguridad y otros desórdenes informativos en redes’, adjudicado con el Ministerio de Ciencia e Innovación de España y la Universidad Complutense de Madrid. A partir de ello un grupo de investigadores en América Latina y particularmente en Chile, empezamos a generar grupos de trabajo sobre procesos electorales recientes: realizamos en 2021 un semanario de observación de dichos procesos en la región y varias investigaciones sobre los marcos regulatorios y diversos desórdenes desinformativos.


La relevancia de la investigación sobre la desinformación es y seguirá siendo objeto de amplio estudio en los próximos años y por ello este libro se enfoca en generar espacios de conocimiento nuevo como motor para impulsar el desarrollo de la comunicación científica e innovación en este campo, algo que es prioritario dentro de las líneas de investigación de la Facultad de Comunicaciones UDD.


“Por un lado nos propusimos integrar a profesores de la Facultad que también estaban investigando el fenómeno de la desinformación. Y, por otro lado, el objetivo fue profundizar en el trabajo de análisis crítico de medios realizado por nuestras coordinadoras y que constituyen un aporte en este tema. A todos los autores y docentes de la Facultad de Comunicaciones, tanto de Concepción como de Santiago, nos anima construir un aporte investigativo, renovador y acorde a las exigencias actuales de toda democracia. La sociedad requiere, más que nunca, un aquilatamiento de producción científica, tecnológica e innovación respecto a este tema”, agrega la investigadora.


Cabe destacar que el libro “La comunicación científica como herramienta contra la desinformación” es fruto del esfuerzo de docentes invitados y de autores-profesores de nuestra facultad:
En el capítulo I, María José Labrador recoge diversas iniciativas y orientaciones frente a la desinformación establecidas por la Comisión Europea, las que podrían transformarse en un precedente para lo que será el marco legal de Chile y de Latinoamérica.
En el capítulo II, Claudia Reyes nos propone reflexionar sobre las brechas de género en el acceso y el consumo de noticias políticas y el impacto que este fenómeno tiene para la democracia y la participación activa de las mujeres.


Nairbis Sibrian, en el capítulo III, entrega un análisis de la relación entre la desinformación y la percepción social de la inmigración en Chile, a través de la caracterización de noticias falsas sobre migración chequeadas y su vínculo con discursos de odio en redes sociales.


María Cristina Silva, Myriam Ruíz, Pivonka Loza y Soledad Valenzuela presentan, en el capítulo IV, el plan que la carrera de Periodismo de la Universidad del Desarrollo implementó para desarrollar en sus estudiantes las destrezas necesarias para convertirlos en consumidores y usuarios rigurosos y analíticos de los contenidos informativos que reciben.


Ed Carter, en el capítulo V, escribe acerca de las asimetrías en el periodismo y el mercado de las ideas, desde la perspectiva de Estados Unidos. Se analizan diversos casos en los que el periodista tiene la tarea de identificar la verdad y distinguirla del error, para lo cual los profesionales están llamados a concentrarse no solo en los hechos, sino que en la verdad de éstos.


En el capítulo VI, Fernando Gutiérrez, se refiere a las trasformaciones que enfrenta la profesión informativa a raíz de los avances tecnológicos propios de esta época y de la complejización social que implica la sociedad del conocimiento, en este sentido, plantea cómo una formación especializada puede transformarse en una herramienta de empoderamiento para los periodistas, que les permita actuar con autonomía frente a las fuentes y audiencias.


Pedro Anguita, en el capítulo VII, presenta cómo diversas instituciones gubernamentales y estatales, entidades de factchecking, medios de comunicación y plataformas tecnológicas han propuesto caminos de actuación para enfrentar la desinformación y la circulación de fake news. Expone diversas propuestas regulatorias que se han presentado en Chile, una de las cuales ya tuvo su aplicación en la Convención Constituyente.


En el capítulo VIII, Oscar Jaramillo y Guillermo Bustamante llevan a cabo una investigación que permite comprender mejor la existencia de “Audiencias de Microinfluenciadores” en la red social Twitter. Analizando un total de 20 hashtag desinformativos chilenos prueban que no existe un “enemigo poderoso” que organiza, a través de redes sociales, ataques políticos en Chile como se planteó en 2019 para el Estallido Social Chileno o en 2021, para la Convención Constitucional.


En el capítulo IX, Rodrigo Álvarez reflexiona acerca de la comunicación desde una mirada de seguridad global en el actual contexto de la neoglobalización y cómo los diversos conflictos mundiales actuales han motivado un interés sobre la seguridad y la desinformación.


Óscar Jara analiza, en el capítulo X, cómo el periodismo actual se enfrenta al surgimiento de las redes sociales y la mayor representatividad que estas tienen en quienes buscan generar y recibir información, en momentos en que el trabajo de los denominados “medios tradicionales” han perdido credibilidad, fuerza e influencia.


En el capítulo XI, Natalia Messer analiza la irrupción de nuevos formatos mediáticos, como el caso del Podcast, y cómo este nuevo contexto digital influye en el tratamiento informativo y en las formas de participación entre medio y audiencias.


Finalmente, en el capítulo XII, Sergio Amín describe algunas de las diversas herramientas que se pueden utilizar en la actualidad para verificar el contenido generado por usuarios (UGC) y combatir la desinformación, como la verificación de UGC, la búsqueda inversa de imágenes, verificación de bots en Twitter, entre otros.

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